jueves, 25 de junio de 2009

- DIA DEL PADRE MORENINO

El viernes 19 de junio fue un dia memorable para los padres que laboran en nuestra Institución , pues recibieron un merecido homenaje de parte de las profesoras que desde muy temprano se reunieron en el huerto de nuestro colegio para preparar con todo el cariño del mundo, una riquisima chicharronada.

La trabajadora administrativa, Señora Edy Hernández supervisando el cocimiento de la chicharronada
Las profesoras Irene Farfán y Mariela muñoz
Las profesoras Elena Espino e Inés Vera

Los profesores Pedro Rojas, Bruno Condoré, Edgardo Acevedo, Espino matta y el Sub-director, profesor Abilio Martinez
La Señorita Directora Yrma García Uculmana dirigiendo las palabras alusivas a la fecha
Degustando la riquisima chicharronada, en el auditorium de nuestro colegio



Los profesores del turno tarde, celebrando el día del padre en una conocida pollería









domingo, 14 de junio de 2009

- EX-ALUMNOS

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ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE ANTONIA MORENO DE CÁCERES

PLAZA DE ARMAS DEL DISTRITO DE SAN JUAN BAUTISTA EN ICA-PERÚ





MONUMENTO A ANTONIA MORENO DE CÁCERES EN SAN JUAN BAUTISTA



ESCOLTA DE LA I.E. "ANTONIA MORENO DE CÁCERES




ESTRADO OFICIAL




ESCOLTA DE LA I.E. "ANTONIA MORENO DE CÁCERES



PROFESORES ASISTENTES AL HOMENAJE




miércoles, 10 de junio de 2009

EL ANTONIA Y LA JURA DE LA BANDERA




EL PROFESOR ALFONSO KOC SUPERVISANDO
LA INSTALACION DEL ESTRADO OFICIAL

PROFESORES AMBIENTANDO LA PLAZUELA BOLOGNESI







BRINDIS DE HONOR





El domingo 7 de junio fue un dia glorioso para nuestra institución, pues quedo demostrada, una vez más, nuestra capacidad para organizar cualquier tipo de actividad que se nos designe.
En efecto nuestro colegio fue designado por la Direccioón Regional de Educación para organizar la ceremonia de jura de la bandera y el desfile civico escolar en homenaje a nuestros heroes caidos en la infausta Guerra del Pacifíco, en especial a nuestro gran héroe Francisco Bolognesi.
La comunidad morenina en su conjunto se dio cita en la plazuela Bolognesi, desde tempranas horas de la mañana para, en primer lugar ambientar el lugar de la ceremonia, luego se asistió al acto de izamiento del pabellón nacional en nuestra primera plaza, La Plaza de Armas de Ica, para posteriormente iniciar el desfile cívico escolar, el cual recibió numerosos halagos y felicitaciones del publico y autoridades civiles ypoliciales presentes,como el Presidente del Gobierno Regional, Regidores de la Municipalidad de Ica, pues segun comentarios nunca colegio alguna habia organizado una ceremonia de tal magnitud y con un gran sentido de organizacion.




"FELICITACIONES"










BIOGRAFIA DE ANTONIA MORENO DE CÁCERES

DOÑA ANTONIA MORENO DE CÁCERES
DOÑA ANTONIA Y SUS HIJAS

ZOILA AURORA CÁCERES MORENO


RETRATO DE ANTONIA MORENO DE CÁCERES



PLAZA DE ARMAS DEL DISTRITO DE SAN JUAN BAUTISTA ,CUNA DE NUESTRA GRAN HEROINA




BUSTO DE ANTONIA MORENO DE CÁCERES EN NUESTRO COLEGIO

Fueron muchas las heroínas peruanas en la Guerra de 1879 a 1884.
Principalmente mujeres del pueblo, las abnegadas rabonas, de acuerdo al testimonio de las fuentes coetáneas. La mayoría de ellas quedó en el anonimato, pero se guarda el recuerdo de una mujer excepcional que se convirtió en la representante de todas, por sus múltiples muestras de amor a la patria, en aquellos años difíciles. Nos referimos a Antonia Moreno de Cáceres y Leyva, la digna esposa del general Andrés Avelino Cáceres.
Doña Antonia Moreno de Cáceres y leyva nació en la ciudad de Ica específicamente en el distrito de San Juan Bautista el 13 de junio de 1848, en el seno de una antigua y conocida familia de honda raigambre en dicha región.

Fueron sus padres don Fulgencio Moreno y doña Antonia Leiva y Luque, quienes poseían algunos bienes y ocupaban consecuentemente prominente situación en su tierra natal.

Recibió las primeras lecciones de labios de una sencilla maestra pueblerina y creció fuerte y lozana bajo la amorosa vigilancia de sus padres.

A los quince años viaja con sus padres a conocer la capital, estremecida todavía por la honda conmoción y nítida gloria del 2 de mayo y que despertara en ella una deslumbrante impresión. Es aquí, que en casa de unos parientes por línea materna conoce al joven Andrés Avelino Cáceres, futuro héroe de la Breña y que recientemente había afianzado su prestigio y bravura como segundo jefe de la batería Ayacucho en la gloriosa acción del 2 de mayo, ganandose honrosamente sus galones de Teniente Coronel

Doña Antonia se hallaba en todo el esplendor de su juventud. Baja de estatura y de acusadas y redondas formas , constituía el tipo clásico de la mujer de esa época. En su rostro de lechosa blancura destacaban sus inmensos ojos pardos de viva e inquisidora mirada y su boca fresca de labios sinuosos y delgados. El talle cimbreante, su generoso busto y sus finas manos, completaban su femenino encanto.

Tras un breve e idilico romance, ambos jovenes deciden unir sus vidas y en 1867 contraen matrimonio. Algún tiempo después la juvenil pareja se traslada a la ciudad de Ayacucho, cuna de Cáceres y en cuyas cercanías su familia poseía vastas tierras. Doña Antonia une sus esfuerzos a los de su marido para hacer mas productivas aquellas ricas haciendas y alterna asi las actividades de su feliz hogar con las labores agrícolas a las que cobra afición y en las que adquiere experiencia que habría de emplear con exito al final de su vida.

Reincorporado al ejército , bajo el Gobierno de Don Manuel Pardo, Cáceres, su esposa y sus dos primeras hijas de tierna edad se instalan en al ciudad de Lima, en la espaciosa cas ade noble traza colonial situada en la calle de San Yldefonso y que la señora había heredado de su madre y en donde reanudan su tranquila y cordial vida de familia.
Al estallar la guerra del pacifico en 1879, no sólo se encargo de las labores hogareñas sino que organizó la retaguardia, estimuló el ánimo patriótico de los peruanos y, cuando llegaron los días infaustos de la ocupación de Lima, ayudó a su esposo a mantener la vigorosa campaña de resistencia en la sierra central. No quiso ser ella menos que el pundonoroso Jefe de La Breña y se irguió como la compañera ideal del adalid de la resistencia patria. En verdad, de las grandes damas bien pocas hubieran hecho lo que doña Antonia hizo. Ella dejó la relativa tranquilidad de la capital ocupada y salió tras su esposo, hacia los Andes, a mantener con él y los breñeros bien en alto el pendón bicolor y el honor jamás rendido. Años más tarde recordaría el principal motivo que la impulsó a asumir tal actitud: “Mi dignidad de peruana se sentía humillada bajo la dominación del enemigo, y decidí arriesgar mi vida, si fuera preciso, para ayudar a Cáceres a sacudir el oprobio que imponía el adversario”.
Por ello, porque junto con Cáceres lideró a las huestes de la resistencia, se convirtió en la representante más auténtica del heroísmo de nuestras mujeres en la aciaga contienda decimonónica, y la recordamos como la Mamacha Antonia, porque asió la llamaron aquellas gentes humildes que la acompañaron en la gloriosa epopeya, gentes a las cuales ella rindió también tributo de admiración y gratitud.
En efecto, el largo tiempo durante el cual sobrellevara doña Antonia la dura campaña, le sirvió para formarse acertados juicios sobre los campesinos, perpetuando emotivos y muy sentidos recuerdos. Conviviendo con las mujeres indígenas, nuestras abnegadas rabonas, aprendió a quererlas como hijas, tanto más cuanto que ellas, desde un primer momento, la llamaron Mamay, en señal de respeto y cariño. Ellas correspondió ese afecto y las elogió con estas palabras: “Las indias del Perú tenían culto por Cáceres; le llamaban Taita (Padre) y, como compañeras de los soldados, seguían la campaña prestando eficaces servicios de enfermeras, o atendiendo el lavado de la ropa y la preparación del rancho”.
Como buena observadora, doña Antonia comprendió asimismo que con Cáceres se manifestó en los Andes una suerte de mesianismo; sí, porque según su testimonio “para los indios Cáceres era la reencarnación del Inca... insistían llamándoles Taita con tanto cariño, que lo conmovían”. Y a ella la llamaron Mama Grande.
Las continuas muestras de afecto de esos humildes campesinos redobló el patriotismo de sus caudillos, a propósito de lo cual doña Antonia dejó escrito: “Esas demostraciones cariñosas nos alentaban y daban fuerzas para sufrir con ellos y luchar hasta verlos libres de los opresores”.
Claro que esa compenetración entre los caudillos de La Breña y sus seguidores campesinos hubo de causar recelo y alarma en algunos apátridas que sólo veían peligrar sus intereses, quienes se convirtieron en sus opositores. Inclusive se llegó a decir que Cáceres proyectaba una revolución social en el campo; pero antes que esa justa reivindicación, en esos años los breñeros luchaban sólo contra el enemigo externo.
Doña Antonia, convertida en lideresa de la causa patriota, habría de reconocer a la postre el valor de los campesinos, quienes fueron el soporte principal del Ejército de La Breña: “Ellos –señalaría- rendían homenaje a la Pacha Mama (Madre Tierra), al verla hollada y vejada..., sin más armas que sus clásicos rejones y sus primitivas hondas... se ofrecían en holocausto por la patria y por el Taita que era el alma de la resistencia nacional”.
Habiéndose quedado en Lima, con prodigiosa actividad y sangre fría acumuló armas y pertrechos para enviárselos a su esposo, quien reorganizaba su ejército.
Se encontró con el en Chosica y lo acompañó en las victoriosas campañas de Marcavalle, Concepción, y Pucará. Lo siguió intrépidamente en las jornadas del norte y luego de la gloriosa derrota de Huamachuco regresaron a Lima . Se llevó a cabo entonces la lucha de Cáceres contra Iglesias, siguiendo de cerca las incidencias con coraje e impaciente interés hasta la hora del júbilo triunfal en que el 5 de junio de 1886, Cáceres asumió la Presidencia por primera vez; estuvo en Palacio de Gobierno organizando la vida hogareña y la vida oficial. Al termino del mandato, lo acompañó en sus misiones diplomáticas en Inglaterra y Francia, y en 1894, en su segundo mandato, se produce el enfrentamiento con Piérola y como consecuencia de este hecho en 1895, la familia se trasladó a Buenos Aires.
Al iniciarse el nuevo siglo Antonia Moreno retornó a Lima mientras su hija Zoila Aurora acompaño a su padre en las posteriores gestiones diplomáticas en Italia y Alemania.
Antonia Moreno murio el 26 de febrero de 1916, en su casa de Lima.